- Háblame de tu dolor o dolencia:
Simple ¿verdad? . Pues no lo creas. A la mayoría de nosotros nos cuesta saltar de nuestra piel y ponernos en la piel de otro ser humano, aunque sea la de un amigo o ser querido. Esto es así porque resulta difícil imaginar algo que no se ha sentido nunca y que no tiene síntomas visibles como es el dolor. Tendemos a pensar que los síntomas no son reales. Todo esto nos hace tener miedo y dudar sobre cómo hablar de ello.
Cuando la persona oye esta pregunta se tranquiliza, pues se demuestra que se está interesado en la ella, en comprender, en entender. La mayoría de las veces la persona deseará hablar de su estado, pero no desea sobrecargar a nadie con sus “problemas”, por ello al oír la pregunta se romperán barreras y se permitirá el intercambio de datos, sensaciones y opiniones sobre el dolor y cómo afecta a su vida.
Una advertencia: ten la mente abierta cuando escuches las respuestas. No siempre se es capaz de explicar lo que se siente y puede que tengas preguntas que no sepa o pueda contestar la persona.
- Cuéntame cómo afecta el dolor o dolencia en tu vida, en tu día a día
Con esta pregunta podrás comprender más de ese día a día, en qué limita, qué le es más difícil. Las personas quieren explicarse en cómo afecta a su vida cotidiana y nos puede dar una idea más aproximada de las consecuencias en su vida real.
A veces te podrás encontrar con que la persona no desea hablar. En esos momentos ten en cuenta que el silencio también es bueno. La persona se sentirá reconfortada con tu sola presencia, con que estés a su lado. No es necesario que ocupes cada minuto de la conversación.
Con estas dos preguntas se puede romper el hielo y abrir un diálogo sobre su dolencia.
- Me cuesta imaginar un dolor o dolencia durante tanto tiempo
Nos podemos ver tentados de hablar de una vez cuando tuvimos un dolor por un esfuerzo o algo parecido y así pretender que conocemos cómo se siente. No es así. Un dolor crónico es un dolor mantenido durante más de 3 meses de forma constante.
Diciendo que le cuesta imaginar un dolor durante mucho tiempo, es una declaración sincera y esto ya en sí es reconfortante.
- Aprende el código.
Existe una escala numérica de dolor que se utiliza para meditar la intensidad del dolor con la finalidad de que el médico puede comprobar la efectividad del tratamiento. Una escala del 1 al 10 describe el nivel del dolor donde 1 es “ningún dolor en lo absoluto” y 10 es “el peor dolor que se pueda sentir”. Pregúntale a la persona en que número de esta escala se encuentra su dolor.
No asumas que la persona que sufre un dolor crónico no lo siente si dice que se encuentra bien. Muchas personas intentan ocultar el dolor debido a la falta de comprensión por parte de los demás. Al preguntarles sobre su nivel de dolor, es posible que las personas que sufren un dolor crónico no indiquen el nivel real. Debido a que su dolor es crónico, están acostumbradas a un cierto nivel de dolor y podrían aceptarlo como algo normal o como si no hubiera dolor en lo absoluto.
Es posible que solo te proporcionen el nivel de dolor real cuando sientan un dolor agudo, cuando el nivel “normal” de dolor con el que viven a diario cambie, cuando experimenten un dolor diferente (p.ej. “punzante” en lugar de “vago”, “ardiente” en lugar de “palpitante”) o cuando se les pida directamente los niveles actuales de dolor agudo y crónico.
- Estoy aquí si alguna vez necesitas hablar
Todos tenemos días malos, con independencia de si tenemos o no una enfermedad crónica. Todos necesitamos un confidente o alguien con quien dar rienda suelta a lo que sentimos o pensamos. Si estás dispuesto a prestar ese tiempo de escucha puede ser una gran ayuda, pero teniendo en cuenta que no se necesitan soluciones, sino sólo escuchar y consolar en la medida que sea necesario.
- Ofrece un abrazo
En lugar de sugerirle alguna forma de aliviar su dolor, considera la posibilidad de ser empático y darle un abrazo delicado para indicarle que estás a su disposición para ofrecerle apoyo. Esa persona ya consulta con innumerables médicos que le dirán cómo solucionar o tratar su dolor crónico.
En ocasiones, el solo hecho de poner tu mano en el hombro de una persona puede ayudarle a sentirse cómoda. No olvides actuar con delicada y utiliza un tacto suave para ayudarle a relacionarse contigo.
- No pasa nada si no se puedes …
… Salir esta noche, nos reunimos para un café, o una charla, o ver una película en casa. Además del dolor y el malestar físico, las personas sufren cuando se ven limitadas sus salidas sociales, y no son capaces de realizar las actividades que antes sí hacían.
Si la persona rechaza o cancela una invitación, no pienses que es nada personal, o porque es perezoso, simplemente ese día no se encuentra con fuerzas ni ánimo para ello. Escuchar las palabras “no pasa nada” o bien “otro día quedamos”, ayudará a que la persona no se sienta culpable o mal por no acudir.
- Pregúntale sobre el tratamiento que sigue.
Pregúntale a la persona afectada cómo de satisfecha está con su tratamiento. Es importante que hagas preguntas abiertas acerca de si piensa que su tratamiento le resulta satisfactorio o si piensa que su dolor es soportable.
Preguntas abiertas: comienzan con por qué, cómo, qué, describeme, cuéntame acerca de, qué piensas de …
- Sé de utilidad
La persona que sufre un dolor crónico depende en gran medida de aquellos que no están enfermos para que le brinden apoyo en casa o la visiten cuando esté demasiado enferma como para salir. En ocasiones, necesitará ayuda con las compras, la cocina, la limpieza, los recados o el cuidado de los niños. Quizás también necesite ayuda para ir al médico. Tú puedes ser su enlace con los aspectos “normales” de la vida y ayudarle a mantenerse en contacto con las áreas de la vida que extrañe y quiera retomar con desesperación.
Muchas personas ofrecen su ayuda, pero en realidad no están presentes cuando se les necesita. Si ofreces tu ayuda, asegúrate de cumplir tu ofrecimiento. La persona que sufre un dolor crónico cuenta contigo.
- Ten paciencia
Si eres impaciente y quieres que la persona que sufre el dolor crónico “siga adelante con su problema”, corres el riesgo de hacerla sentir culpable y socavar su determinación para lidiar con él. Probablemente quiera cumplir con tus peticiones de hacer algo, pero no tenga la fortaleza o la capacidad para lidiar con ello como resultado del dolor.
No te desanimes si la persona que sufre el dolor crónico parece sensible, pues ha pasado por muchas cosas. El dolor crónico causa estragos tanto en el cuerpo como en la mente. Estas personas hacen su mejor esfuerzo para lidiar con lo agotador y desesperante que es el dolor, pero no siempre pueden estar en perfectas condiciones. Trata de aceptarlas por como son.
Es posible que alguien que sufre un dolor crónico deba cancelar un compromiso previo a último minuto. Si esto ocurre, no lo tomes de manera personal.
- Busca señales de dolor
Las muecas, la inquietud, la irritabilidad, los cambios de humor, la sudoración de las manos, los gemidos, los problemas para dormir, el rechinado de dientes, la falta de concentración, la disminución de las actividades y quizás el hecho de escribir pensamientos suicidas pueden ser un indicador de angustia o dolor.
Sé comprensivo con respecto a lo que la persona está pasando.
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